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Sabemos que los empresarios hemos de tomar, al igual que los políticos, decisiones muy difíciles en las que hay que sopesar pros y contras y que siempre tienen una repercusión posterior.

En ese ejercicio de responsabilidad, trabajamos todos los días siendo conscientes de cuál es la trascendencia de los distintos problemas que se nos presentan y nos enorgullecemos de ello.

Vivimos un momento histórico para Chiclana, en el que hemos de dotarnos de un Plan General de Ordenación Urbana que satisfaga las necesidades de la sociedad pero que responda a unas expectativas de futuro que permita la creación de empresas y de empleo garantizando el futuro para las generaciones venideras.

Por eso resulta tremendamente incómodo tener que estar acreditando nuestra imparcialidad de manera continua y vernos en la tesitura de que todos nos reprochan las decisiones porque no respondan a su prejuicio.

Satura enormemente que tengamos que ir explicando que somos apolíticos y que el único fin que nosotros perseguimos y defendemos el del bien para Chiclana, creando empresa y creando empleo, como se ha hecho en nuestro municipio históricamente.

Puede llegar incluso a desanimar verse en esta corriente de amenazas absurdas e inconsistentes que carecen de toda lógica y de todo sentido, precisamente la lógica y el sentido que nuestras peticiones y nuestros comentarios al PGOU tienen demostrados y que solo buscan la defensa de los intereses de nuestros asociados.